La cría de ovejas y el Mucuchíes


Rubén Alexis Hernández

Las ovejas y los perros de raza Mucuchíes en el espacio altoandino merideño, han estado estrechamente vinculados desde el periodo colonial, hasta el punto que la introducción por los españoles del ganado ovino y su sucesiva cría fue un factor importante para el origen de la que hoy día es la raza canina típica de Venezuela. Téngase en cuenta que a la par que fueron introducidas ovejas en los Andes merideños, específicamente en la cuenca alta del río Chama, fueron introducidos ejemplares de mastines españoles y otros perros acostumbrados al pastoreo del ganado lanar en Europa, con la finalidad de hacer lo mismo en territorio andino. Y el perro Mucuchíes, descendiente de aquellos mastines y quizá del cruce de éstos con otros canes de alta montaña, heredó la particularidad de sus ascendientes de cuidar las ovejas. De manera que históricamente la raza Mucuchíes ha estado relacionada con la cría de ovejas en las tierras altas merideñas, con más intensidad en lo que actualmente es el municipio Rangel, donde se ha concentrado la mayor cantidad de ejemplares de dicha raza.

La adaptación de las ovejas al medio ambiente altoandino merideño fue tan exitosa y rápida, que en el siglo XVII se criaba ganado ovino en prácticamente cada unidad productiva agropecuaria de los colonizadores y los criollos, e incluso los indígenas sometidos por la Corona española mediante la Encomienda, contaban con algunas ovejas en sus tierras de Resguardo. Además la importancia de este ganado era considerable, en gran parte por el aprovechamiento de su lana, con la que se elaboraban cobijas, ruanas, guantes, tapetes y otros tejidos. En este contexto se entiende, por ejemplo, que el oficio de pastor u ovejero, reservado para indígenas y mestizos, fuera tomado en cuenta en las Ordenanzas de Mérida de Alonso Vázquez de Cisneros (1620), notable instrumento de regulación laboral del orden hispánico merideño: “A los indios (…) Pastores de ganados menudo y de serda (…) por ser todos estos officios de ygual trabajo y cuidado se les de a cada uno por tiempo de un año diez pesos”[1].

En el siglo XVIII e inicios del siglo XIX la cría de ovejas continuaba siendo importante; aportaba ciertos ingresos y con la lana extraída y procesada de los numerosos ejemplares existentes en la zona de Mucuchíes y sus alrededores, se vestían los individuos pertenecientes a diversos grupos socioeconómicos. Y la hacienda Moconoque, propiedad de Vicente Pino y en la que trabajaba Francisco Tinjacá, célebre por ser el criador del perro Nevado, el mismo que fue obsequiado a Simón Bolívar en junio de 1813, no era la excepción respecto a la cría del ganado lanar. Tinjacá se encargaba allí, entre otras cosas, de pastorear a las ovejas, y para tal efecto contaba con la ayuda de perros Mucuchíes, lo que denota un claro ejemplo en el páramo merideño, de vinculación histórica estrecha entre las ovejas y dichos canes, al menos mientras la cría de ganado ovino estuvo en su apogeo. O dicho de otra manera, ser criador de ovejas equivalía prácticamente a ser criador de perros Mucuchíes en la microrregión homónima.

Llegó la Guerra de Independencia venezolana y con ella el declive de la cría de ganado ovino, producto en parte de la devastación propia de las acciones bélicas y del empleo masivo de la carne de las ovejas por las tropas patriotas y realistas. Y tras el conflicto que nos dio la libertad política respecto a España, las autoridades merideñas pensaban de qué forma podía la cría de ovejas regresar a su esplendor pasado, ahora que incluso la industria lanar local se veía amenazada por la importación de lana:

“La cría de obejas  y la proporción que hay para aumentarla y estenderla facilitándoles medios para el establecimiento de manufacturas de tejido de lana; de los que hay algunos: en esta ciudad se fabrican buenos tapetes tanto para el servicio de la iglesia como otros usos, cuya fabrica han mejorado en cuanto al dibujo y distribución de los colores con la imitación de los del norte: También se fabrican peyones para las sillas de montar, riendas y fresadas ordinarias y finas según la demanda pero solo para el consumo interior porque la barates de las estrangeras impiden y no da lugar á la estraccion”[2].

Poco a poco se fue revitalizando la cría de ovejas en Mucuchíes y sus alrededores, y por tanto resurgió una industria lanar fuerte. Para la década de 1870 se contabilizaban 5.500 ovejas y 25 telares[3]. En la década de 1920 algunos de los criadores de ovejas del distrito Rangel eran los siguientes: Benjamín Pino, Leopoldo Romero, Florencio Parra, Juan E. Caputti, Pedro Marquina, Liborio Parra, Ismael Erazo, Carmelo Álvarez, Lorenzo Quintero, Indalecia de Pino, Hazael Albarrán, Hilario Lobo, Carlos Castillo, Nemesio Rivas, Pablo E. Monsalve, Isidro Gil,  Eulogia Moreno, Ricardo Quintero y Cornelio Peña. Destáquese a Benjamín Pino, igualmente criador de perros Mucuchíes, quien era descendiente de Vicente Pino y Juan José Pino y llegó a ser una alta autoridad política de Rangel.

Desde mediados del siglo XX se ha intentado mejorar la cría de ovejas y su aprovechamiento lanar por medio de la importación de ejemplares de ciertas razas, y de la aplicación de la ciencia para lograr el desarrollo de ganado ovino con lana abundante y de excelente calidad. Tristemente no se pudo lograr el objetivo planteado, y según el VII Censo Agrícola del estado Mérida[4], el número de ovejas en el municipio Rangel apenas llegaba a 260.

Hoy día la cría de ovejas en Mucuchíes  y la industria lanar están lejos del esplendor que llegaron a tener en el periodo colonial, si bien en algunas partes los lugareños cuentan con ovejas que al menos aportan la lana para consumo interno y para obtener cierta ayuda económica. Por esta razón se puede afirmar que el perro Mucuchíes ya no es el perro ovejero por excelencia que era en tiempos lejanos, sino una raza más de compañía y de guarda del hogar; no obstante si resurgiera con fuerza la cría de ganado ovino en Mucuchíes, seguramente las ovejas contarían de nuevo con su guardián histórico del páramo merideño.



 



 Ovejas en el caserío El Hernández, cerca de Mucuchíes. Archivo fotográfico de Rubén Hernández, 15-06-2007.


[1] “El régimen de Indios en Nueva Granada: Las Ordenanzas de Mérida de 1620”.  Anuario de  Estudios Americanos. España, vol. II, nro. 3, 1946.
[2] Picón, Juan de Dios.
Estadística y Descripción geográfica, política, agrícola e industrial de todos los lugares de que se compone la Provincia de Mérida de Venezuela (1832). Mérida: Editorial Venezolana, 1992,
pp.17-18.
[3] Jáuregui, Jesús Manuel.
Apuntes Estadísticos del Estado Mérida (1887). Caracas: Ministerio de Justicia, Biblioteca Venezolana de Historia, nro. 32, 1987, p. 126.

[4] Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras (MPPAT). VII Censo Agrícola del estado Mérida. Mérida, 2007-2008.

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